viernes, 11 de septiembre de 2015

Cómo ser humilde (primera parte)

“Es difícil ser humilde”, dice una vieja canción, “cuando eres perfecto en todo”. Por supuesto, muy pocas personas creen que son perfectas en todo, pero aun así puede ser difícil ser humilde, especialmente cuando vives en una sociedad que fomenta la competencia y la individualidad. A pesar de esto, en esta cultura, la humildad es una virtud importante también. Aprender a ser humilde es de primordial importancia en la mayoría de las religiones y tradiciones espirituales, y la humildad también puede ayudarte a tu desarrollo personal y a disfrutar mejores relaciones con los demás.

Reconoce tus limitaciones

1. Reconoce que no eres el mejor en todo, ni siquiera en una cosa. No importa cuán talentoso seas, siempre habrá alguien que pueda hacer algo mejor que tú. Identifica a quienes sean mejores que tú y las áreas en las que puedas mejorar.
Así seas el mejor del mundo haciendo algo, siempre habrá otras cosas que no puedas hacer y tal vez nunca lo logres.
Reconocer tus limitaciones no significa abandonar tus sueños, ni tampoco dejar de aprender nuevas cosas o de perfeccionar tus habilidades.

2. Reconoce tus faltas. Juzgamos a los demás porque es mucho más fácil que mirarnos a nosotros mismos. Desafortunadamente, es algo completamente innecesario y en muchos casos contraproducente. Juzgar a los demás causa conflictos en las relaciones y dificulta el desarrollo de nuevas relaciones. Incluso aún peor, hace que dejemos de intentar mejorar nosotros mismos.
Juzgamos a los demás todo el tiempo, generalmente sin darnos cuenta. Como ejercicio práctico, puedes jugar a descubrir los momentos en que juzgues a otra persona o grupo sin proponértelo. Entonces júzgate a ti mismo y reflexiona sobre cómo puedes mejorar.
Esfuérzate para hacer frente a tus defectos. Recuerda que el crecimiento y el perfeccionamiento es un proceso que dura toda la vida.


3. Sé agradecido por lo que tienes. Supongamos que te graduaste de una universidad prestigiosa con el primer puesto de tu clase. Realmente mereces reconocimiento por las horas de estudio y empeño que hayas puesto en tu desarrollo académico. Imagina ahora a una persona tan inteligente y dedicada como tú, pero con una familia que no la apoya, que haya nacido en un lugar diferente o simplemente que haya tomado una mala decisión en el pasado. Podrías estar en sus zapatos en este momento.
Debes tener en cuenta que con una mala decisión en el pasado, tu vida actual sería completamente diferente y asimismo, las buenas decisiones que tomes hoy, podrían cambiar tu vida positivamente.
A pesar de que sin duda alguna hayas trabajado duro para tener lo que tienes, no asumas que te lo has “ganado” ni que tienes el derecho de alardear de tus logros.

4. No temas cometer errores. Gran parte de ser humilde consiste en aceptar que cometerás errores. Asimila esto, así como el hecho de que todos cometemos errores y te quitarás un gran peso de encima. Cada persona puede conocer sólo una pequeña parte del inmenso conocimiento acumulado en el pasado.
Además, cada persona tiene acceso a sólo una pequeña fracción del presente y sabe muy poco o nada de su futuro

5. Reconoce tus errores. No tener temor de cometer errores ya es un gran avance; aunque, aún mejor es reconocer los errores cometidos. Ya sea si has hecho algo equivocado en tu papel de jefe, padre o madre de familia o amigo, las demás personas valorarán tu disposición de reconocer que no eres perfecto y que te estás esforzando para ser mejor persona y mejorar la situación. Reconocer tus faltas demuestra que no eres obstinado, egoísta ni que estás indispuesto a ser imperfecto.
Reconocer tus errores hará que los demás te tengan mayor respeto, ya sean tus hijos o tus colegas del trabajo.

6. No alardees. No alardees de lo magnífico que son tus logros; si de verdad eres tan magnífico como dices ser, entonces los demás reconocerán tu esfuerzo y te felicitarán por ello. No hables de tu ascenso increíble, la pintura asombrosa que acabas de terminar ni de cuán sorprendente es haber terminado una maratón. Es cierto, todo aquello es fenomenal, pero alardear de ello sólo hará que te veas como alguien egocentrista e impresionará mucho menos a los demás en lugar de darles tiempo para que descubran lo maravilloso que eres.
Esto no implica que debas mentir acerca de tus logros; si alguien te pregunta si corriste una maratón, responde afirmativamente, pero no empieces a hablar sin parar diciendo que se te hace fácil ser campeón.

7. No te lleves todo el crédito. Es cierto, asaste un filete suculento o terminaste un proyecto complicado en el trabajo, pero ¿realmente lo lograste todo tú solo? De ser así, felicidades, pero lo más probable es que alguien más haya contribuido a tu éxito. Así que, cuando alguien te felicite, responde: “No podría haberlo logrado sin…” o “…ayudó muchísimo, también”. No hables sin parar acerca de lo mucho que “tú” trabajaste solo para terminar determinada tarea.
Comparte el amor. No existe nada menos humilde que una persona que se lleva todo el crédito por haber hecho algo que en realidad no hizo.

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